Ayer, en El País, un artículo de Félix Ovejero Lucas (autor al que admiro y del que intento leer con subrayador todo lo que cae en mi mano): "La izquierda, de la igualdad a la diferencia". Todo está claro en la primera parte del artículo. Félix Ovejero, con la fineza conceptual que le caracteriza, diferencia entre izquierda y derecha. La izquierda, defiende que la política debe permitir que las personas, primero, puedan enhebrar su proyecto personal (siempre que éste no sea caprichoso o inmoral), segundo, que puedan desarrollar sus capacidades personales, sus potencialidades específicas. La derecha, no cree que la política deba hacer más que permitir que todos jueguen al juego sin prohibiciones y, en él, que gane quien pueda.
Cristalino. Alguien objetaría que es la visión del asunto de un filósofo de izquierdas. Pero la presentación de los argumentos es tan proporcionada que, creo yo, no trataría en conceder que en el discurso pesa más ser filósofo que ser de izquierdas.
En la segunda parte del artículo, Félix Ovejero dice que "la izquierda ha pasado de la estrategia de igualdad a la diferencia", es decir, a despreocuparse por las condiciones materiales y a proteger las peculiaridades y las subculturas de los desfavorecidos. Y que a través de tales protecciones creamos un enjambre de derechos especiales que nos pueden llevar a una especie de (neo)Antiguo régimen con legislaciones especiales para cada uno.
Yo no entiendo nada... aunque lo entiendo todo.
Parece que habla contra la izquierda "postmoderna" (que suele presentarse como algo muy malo y muy tonto... tan tonto y tan malo, que nadie se reconoce en ella, ni siquiera los que se consideran postmodernos y de izquierdas), o quizá, en el fondo, hable del Estatut, pero sin hablar de él o que dé una estocada a algún -o algunos- conocido(s) que no nombra pero que los iniciados conocen...
¡Pero acerca de la relación entre igualdad y diferencia no habla! ¡Al menos, no habla... con la profundidad con la que habla al principio!
¿De qué habla un filósofo cuando habla de filosofía? En la mayoría de los casos, de otra cosa que de filosofía. O, mejor dicho, utiliza la filosofía para asuntos muy terrenos a los que alude sin dejar de parecer que los elude. Bourdieu (estudiando a Heidegger) llamaba a eso "pensamiento bizco": la vista se dirige a un lado pero en realidad se mira, a la vez, para otro.
Comprender a un filósofo no es tarea fácil, incluso cuando su discurso se sigue con facilidad. Y, en ocasiones, aún menos se le comprende cuando creemos entenderlo. Para ser justo con lo que dice hay que reconstruir el sentido de miradas que van en direcciones diferentes.
Cristalino. Alguien objetaría que es la visión del asunto de un filósofo de izquierdas. Pero la presentación de los argumentos es tan proporcionada que, creo yo, no trataría en conceder que en el discurso pesa más ser filósofo que ser de izquierdas.
En la segunda parte del artículo, Félix Ovejero dice que "la izquierda ha pasado de la estrategia de igualdad a la diferencia", es decir, a despreocuparse por las condiciones materiales y a proteger las peculiaridades y las subculturas de los desfavorecidos. Y que a través de tales protecciones creamos un enjambre de derechos especiales que nos pueden llevar a una especie de (neo)Antiguo régimen con legislaciones especiales para cada uno.
Yo no entiendo nada... aunque lo entiendo todo.
Parece que habla contra la izquierda "postmoderna" (que suele presentarse como algo muy malo y muy tonto... tan tonto y tan malo, que nadie se reconoce en ella, ni siquiera los que se consideran postmodernos y de izquierdas), o quizá, en el fondo, hable del Estatut, pero sin hablar de él o que dé una estocada a algún -o algunos- conocido(s) que no nombra pero que los iniciados conocen...
¡Pero acerca de la relación entre igualdad y diferencia no habla! ¡Al menos, no habla... con la profundidad con la que habla al principio!
¿De qué habla un filósofo cuando habla de filosofía? En la mayoría de los casos, de otra cosa que de filosofía. O, mejor dicho, utiliza la filosofía para asuntos muy terrenos a los que alude sin dejar de parecer que los elude. Bourdieu (estudiando a Heidegger) llamaba a eso "pensamiento bizco": la vista se dirige a un lado pero en realidad se mira, a la vez, para otro.
Comprender a un filósofo no es tarea fácil, incluso cuando su discurso se sigue con facilidad. Y, en ocasiones, aún menos se le comprende cuando creemos entenderlo. Para ser justo con lo que dice hay que reconstruir el sentido de miradas que van en direcciones diferentes.
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Saludos desde la Ciudad de México