Las cenizas de Gramsci fue un libro tortuoso de Pasolini, en el que el poeta se enfrentaba a la alteridad: a la suya propia, la de su sexualidad rebosante y culposa, a un pueblo idealizado y arcaico y al fundador de la versión democrática de la III Internacional. Las cenizas de Gramsci eran rastro de un cadáver glorioso, referente intelectual y moral de un mundo ajeno al poeta, un mundo con el que podía entablarse un cuerpo a cuerpo tenso: con una posibilidad política, con un pueblo idealizado por su arcaísmo y a través de esas dos referencias, perseguir la reconciliación, social y sexual, con la intimidad fracturada del poeta.
Las cenizas de Salvochea está escrito por un poeta sin duplicidad social (es un poeta de origen proletario, contento por ello sin darse bombo, convertido en maestro y estudiante de Psicopedagogía), ni, al menos en lo que revela, angustia sexual: el libro está dedicado, gozosamente, al mundo común construido con Sonia y el amor aparece en los versos como resguardo del mundo y no como tortura. Sin embargo se encuentra recorrido por una desazón hondísima, tan dañina como los estigmas de Pasolini. No hay nada ajeno desde el que pensar cómo cambiar un mundo que se yergue, grande y terrible, sobre la explotación y que cuenta con la complicidad masiva. El escándalo está mudo, nadie le pone palabras, y eso es lo que intenta hacer David Franco Monthiel, trabajador de los servicios culturales, hijo de un obrero de CASA, militante de movimientos raquíticos y centrifugados por las disputas de las pequeñas capillas. Un verdadero working class hero lennoniano cuando Salvochea, el Cádiz rojinegro, son un fantasma, que a nadie se presenta, que no fortalece rebeldía alguna y que ni siquiera ocupa demasiado a la industria académica.
David Franco, por lo demás, piensa desde un marco político y escribe con un público literario determinado como referente. El marco político es más o menos situacionista (imagino que el público literario también), y quizá por ello el mal se sitúa en el trabajo y en el alba, mientras que el descanso y la noche son la vida. En mi caso, diría, dándole la razón por una vez a Hannah Arendt, que más horroroso que ser explotado, es que no te quieran ni para explotarte: la libertad sin vínculos me parece más aterradora que la libertad encuadrada y sometida. Con la segunda es posible la lucha, con la primera solo queda la soledad y la denuncia a quien ni siquiera te quiere. En cualquier caso, más allá de mi acuerdo ideológico o no, este es un libro sobre cómo construir la propia subjetividad sin complacencias con la explotación. Y en esa empresa es un dignísimo continuador del referente pasoliniano: por su cuidado formal, por su pregnancia del mundo circundante, por su capacidad para leer en el detalle ínfimo la violencia dulzona de nuestra época.
Comentarios
besitos
Comparar las cenizas de Gramsci con el pretencioso otro título de aquel gaditano es un arrebato de ignorancia, a pesar de lo tanto que agradezco de tus síntesis, estudios y análisis que realizas en la ciencia social.
Yo ante todo leo y trabajo como redactor, corrector y crítico literario.
Lee sin prisa, lee sin apellidos ni procedencias, lee con amor.
Te dedico estas palabras:
CLASES SOCIALES
Los pobres son príncipes que tienen que reconquistar su reino.
Agustín DÍAZ-YANES, Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto.
Con seis años, mi padre trabajaba
de primavera a primavera.
De sol a sol cuidaba de animales.
El capataz lo ataba de una cuerda
para que no se perdiera en las zanjas,
en las ramas de olivo, en los arroyos,
en la escarcha invernal de los barrancos.
Ya cuando oscurecía, sin esfuerzo,
tiraba de él, lo regresaba níveo,
amoratado, con temblores
y ampollas en las manos,
y alguna enredadera de abandono
en las paredes quebradizas
de sus pulmones rosas
y su pequeño corazón.
Isabel Pérez Montalbán
Cartas de amor de un comunista (Ed. Germania, 1999)
Véase en el blog de David:
https://www.blogger.com/comment.g?blogID=6893702&postID=2606412394673122254
Y seguiré cultivando el capital social, que no le veo yo el pecado a la cosa...
Besos
Pepe
Véase en el blog de David:
https://www.blogger.com/comment.g?blogID=6893702&postID=2606412394673122254
Y seguiré cultivando el capital social, que no le veo yo el pecado a la cosa...
Besos
Pepe
sencillamente me llamo Oliverio Andrea, unas veces utilizo uno y otras otro.
Sin acritud y con argumentos literarios,
OA