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Mostrando entradas de septiembre 20, 2009

Una lección de Ramón Vargas-Machuca

Mi compañero impartió una lección -y lo fue, y no en sentido administrativo- de filosofía durante la inauguración del curso académico. Lección Inaugural Curso 2009-2010 Razones (añoradas) y promesas (incumplidas) de la democracia Ramón Vargas-Machuca Ortega A Mariano Peñalver Simó, José Luís Romero Palanco, rectores prudentes, compañeros ejemplares, amigos entrañables in memoriam Introducción Dedicatoria Una vez que acepté gustosa y agradecidamente este encargo, mi primera decisión fue dedicar la “faena” a dos colegas que ya nos dejaron. Y aunque los sentimientos no necesiten ser justificados, la dedicatoria que sigue tiene fundamento y casi todos Vds. comparten: a Mariano Peñalver Simó y a José Luís Romero Palanco, rectores prudentes, que con estilos distintos culminaron el proceso constituyente de esta universidad dejándonos una institución consolidada, compañeros ejemplares, universitarios cabales y amigos entrañables para quienes tuvimos la fortuna de tratarles de cerca. Ese es,

Disparad contra la Ilustración: un artículo de Rafael Argullol en "El País" del 7-setiembre-2009

En los últimos tiempos, algunos de los mejores profesores abandonan precipitadamente la Universidad acogiéndose a jubilaciones anticipadas. Con pocas excepciones, las causas acaban concretándose en dos: el desinterés intelectual de los estudiantes y la progresiva asfixia burocrática de la vida universitaria. La mayoría de los profesores aludidos son gentes que en su juventud apostaron por aquel ideal humanista e ilustrado que aconsejaba recurrir a la educación para mejorar a la sociedad y que ahora se baten en retirada, abatidos algunos y otros aparentemente aliviados ante la perspectiva de buscar refugio en opciones menos utópicas. El primero de los factores es objeto de numerosos comentarios desde hace dos o tres lustros. Un amigo lo resumía con contundencia al considerar que los estudiantes universitarios eran el grupo con menos interés cultural de nuestra sociedad, y eso explicaba que no leyeran la prensa escrita, a no ser que fuera gratuita, que no acudieran a libros ajenos a las