Comment faire sortir le jeune homme de son ignorance ? Il a besoin d'avoir sous les yeux des exemples qu'il puisse honorer dans sa vie
Michel Foucault, hablando de la ética socrática
Jean-Claude Combessie fue un sociólogo francés, formado en letras clásicas y convertido en un especialista de la estadística. Miembro del Centre de sociologie européenne, profesor de la Universidad de París VIII, tuvo múltiples responsabilidades universitarias. Fue el autor de Au sud de Despeñaperros, un trabajo sociológico sobre los conflictos en un pueblo agrícola sevillano y del Método en sociología.
Conocí a Jean-Claude Combessie en agosto del año 2001, durante mi primera estancia en París y me puso en contacto con Enrique Martín Criado, uno de sus amigos más íntimos. Después conocí a personas que se habían formado con Jean-Claude, como Alicia Gutiérrez o Jean-François Gaspar (que hizo su DEA con él). Y también a maestros con los que compartía complicidad intelectual y personal como Michel Pialoux o Francine Muel-Dreyfus. En todos los casos se repite el mismo patrón: son personas humanamente sencillas y profesionalmente competentísimas. Las personas, en parte, se definen por la mejor de sus obras: la obra compartida con los demás, cuyo mejor rastro son sus amigos y sus discípulos (si son profesores).
Jean-Claude era un hombre inteligente, que juzgaba poco a los demás, que reía bien y mucho y que daba siempre buenos consejos cuando podía. Fue amigo de muchos, muchísimos, que llegábamos desde el Sur de Despeñaperros al Centre de sociologie européenne o al mundo universitario francés y a los que nos orientaba lo mejor posible. Con algo más de intimidad, Jean-Claude era también único. Nada borrará de mi memoria esas veladas maravillosas en casa de Jean-Claude en París, llenas de buen humor y de conversación sociológica, filosófica o psicoanalítica y, por supuesto, política.
Compartí con Jean-Claude un viaje a Colombia en 2009 en el que, ya muy enfermo, nos dio una lección de sociología y de seriedad profesional. Viéndole me vino a la cabeza la distancia entre este hombre y cierto tipo de universitario de la generación a la que pertenezco y al que espero no parecerme nunca, pero que sin embargo se encuentra promovido por la introducción del cálculo de rentabilidad en cada acción pedagógica o científica (estas no funcionan bien con la razón instrumental, pero la gente no se entera). Por mucho que se ponga uno sociológico y se diga que los procesos históricos son diferentes, que las condiciones institucionales de acceso a la virtud son básicas, que no se podía hacer de un sociólogo bourdisiano una lectura carismática, sentí admiración y deseo de emulación sano. Personas como Jean-Claude, que son una ética hecha gestos, nos permiten resistir al ambiente de concurrencia sin freno y su consecuente fullería intelectual y personal (ambas suelen ir juntas), que tan difícil vuelven la vida universitaria en particular y la vida en general.
Ayer me llegó un correo de Enrique Martín Criado, que tanto lo quería y a quien Jean-Claude tanto quería, en el que me notificaba su muerte. Imagino su dolor y el de quienes lo querían y admiraban, como Alicia Gutiérrez, Manolo Ríos, Francine Muel-Dreyfus, Michel Pialoux, por supuesto, su familia y, sobre todo, su compañera Christinne, sostén permanente hasta el final.
Hoy es un día importante porque mi hijo Manuel va por primera vez a la guardería. Cádiz está nublado y al dejar a Manuel he pensado en Jean-Claude. Su bella sonrisa de sabio estoico, tiernamente burlona, siempre acogedora, torneada con cada matiz (Jean-Claude pensaba a través de su sonrisa o, quizás, con su sonrisa) me seguirá acompañando.
Como decían los anarquistas españoles: que la tierra te sea leve.
PD: La foto, de un paraje que siempre quedará unido para mí a Jean-Claude, es de DPC [www.po-l.com/belogue] a quien agradezco su permiso.
Michel Foucault, hablando de la ética socrática
Jean-Claude Combessie fue un sociólogo francés, formado en letras clásicas y convertido en un especialista de la estadística. Miembro del Centre de sociologie européenne, profesor de la Universidad de París VIII, tuvo múltiples responsabilidades universitarias. Fue el autor de Au sud de Despeñaperros, un trabajo sociológico sobre los conflictos en un pueblo agrícola sevillano y del Método en sociología.
Conocí a Jean-Claude Combessie en agosto del año 2001, durante mi primera estancia en París y me puso en contacto con Enrique Martín Criado, uno de sus amigos más íntimos. Después conocí a personas que se habían formado con Jean-Claude, como Alicia Gutiérrez o Jean-François Gaspar (que hizo su DEA con él). Y también a maestros con los que compartía complicidad intelectual y personal como Michel Pialoux o Francine Muel-Dreyfus. En todos los casos se repite el mismo patrón: son personas humanamente sencillas y profesionalmente competentísimas. Las personas, en parte, se definen por la mejor de sus obras: la obra compartida con los demás, cuyo mejor rastro son sus amigos y sus discípulos (si son profesores).
Jean-Claude era un hombre inteligente, que juzgaba poco a los demás, que reía bien y mucho y que daba siempre buenos consejos cuando podía. Fue amigo de muchos, muchísimos, que llegábamos desde el Sur de Despeñaperros al Centre de sociologie européenne o al mundo universitario francés y a los que nos orientaba lo mejor posible. Con algo más de intimidad, Jean-Claude era también único. Nada borrará de mi memoria esas veladas maravillosas en casa de Jean-Claude en París, llenas de buen humor y de conversación sociológica, filosófica o psicoanalítica y, por supuesto, política.
Compartí con Jean-Claude un viaje a Colombia en 2009 en el que, ya muy enfermo, nos dio una lección de sociología y de seriedad profesional. Viéndole me vino a la cabeza la distancia entre este hombre y cierto tipo de universitario de la generación a la que pertenezco y al que espero no parecerme nunca, pero que sin embargo se encuentra promovido por la introducción del cálculo de rentabilidad en cada acción pedagógica o científica (estas no funcionan bien con la razón instrumental, pero la gente no se entera). Por mucho que se ponga uno sociológico y se diga que los procesos históricos son diferentes, que las condiciones institucionales de acceso a la virtud son básicas, que no se podía hacer de un sociólogo bourdisiano una lectura carismática, sentí admiración y deseo de emulación sano. Personas como Jean-Claude, que son una ética hecha gestos, nos permiten resistir al ambiente de concurrencia sin freno y su consecuente fullería intelectual y personal (ambas suelen ir juntas), que tan difícil vuelven la vida universitaria en particular y la vida en general.
Ayer me llegó un correo de Enrique Martín Criado, que tanto lo quería y a quien Jean-Claude tanto quería, en el que me notificaba su muerte. Imagino su dolor y el de quienes lo querían y admiraban, como Alicia Gutiérrez, Manolo Ríos, Francine Muel-Dreyfus, Michel Pialoux, por supuesto, su familia y, sobre todo, su compañera Christinne, sostén permanente hasta el final.
Hoy es un día importante porque mi hijo Manuel va por primera vez a la guardería. Cádiz está nublado y al dejar a Manuel he pensado en Jean-Claude. Su bella sonrisa de sabio estoico, tiernamente burlona, siempre acogedora, torneada con cada matiz (Jean-Claude pensaba a través de su sonrisa o, quizás, con su sonrisa) me seguirá acompañando.
Como decían los anarquistas españoles: que la tierra te sea leve.
PD: La foto, de un paraje que siempre quedará unido para mí a Jean-Claude, es de DPC [www.po-l.com/belogue] a quien agradezco su permiso.
Comentarios
Manuel Río, Sevilla.
Mi onoro di aver conosciuto Jean-Claude nel 1993 e di aver studiato e lavorato sotto la sua guida per molti anni. Anche per me è stato un autentico Amico e un grande Maestro. Dotato di un'intelligenza acutissima, possedeva una competenza e una cultura poliedriche, ma era una persona umile, aveva un senso del rispetto altrui e dell'amicizia come mai mi è capitato di vedere in un accademico.
Tutti coloro che l'hanno incontrato hanno ricevuto sempre moltissimo da lui.
Troppi sono gli accademici mediocri che vengono osannati in vita senza merito. Jean-Claude, invece, meriterebbe di essere onorato tra i veri MAESTRI.
Ciao Jean-Claude, Ti riccorderò sempre.
Con grande amicizia,
Bruno Isetta