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Mostrando entradas de noviembre 7, 2010

Postmodernidad, formación social y producción simbólica en Jameson

Jameson señala que la posmodernidad sólo puede comprenderse como una ruptura en el modo de producción dominante. No es ni un cambio epistemológico —en el sentido que lo había definido el relativismo de Jean-François Lyotard — ni un simple cambio estético producido por la crisis de las vanguardias —debido a su integración satisfecha en la institución arte—. Así, Jameson reestructura un relato de conjunto impresionante por su capacidad para integrar procesos socioeconómicos y estéticos y para plantear vías por las que revitalizar una nueva cultura crítica. La postmodernidad procede de una nueva fase del capitalismo trasnacional en la cual, por un lado, funcionan grandes corporaciones trasnacionales capaces de situar momentos diversos de su producción en distintos lugares del planeta. Por otro lado, con una revolución tecnológica que permite desligar el espacio del tiempo en la comunicación. En tercer lugar, con la entrada masiva del diseño en el aparato productivo y, con ello, con

Presentación del libro Un zumo de tres sabores o un itinerario compartido

Manuel Ortega, Iván Mariscal y David Monthiel presentan sus últimos poemarios, recogidos en un libro conjunto: Un zumo de tres sabores o un itinerario compartido (Cuadernos Caudales de Poesía II, Fundación Inquietudes, Valencia-Madrid-Sevilla, edición coordinada por el colectivo La Palabra Itinerante), en el que se recogen tres poemarios distintos de los autores: Un zumo del sabor que más te guste (Manuel Ortega), Itinerario de la luz (Iván Mariscal) y Apuntes de la servidumbre (David Monthiel). La presentación en Cádiz será el sábado 13 de noviembre, en El Temporal (Campo del Sur, 36) a las 20.00 horas. Presentará Manuel Fernando Macías. Los asistentes a la presentación podrán llevarse un ejemplar gratis del libro hasta agotar existencias. Pinchar en el título del post para tener acceso al mismo.

Positivismo para todos

El régimen epistemológico de las ciencias sociales, señalaba Neurath (si no me equivoco, trabajando en la foto en un negociado de la Viena roja ), soporta mal el modo de hablar “ontológico” acerca de la verdad o falsedad. Las razones eran dos. En primer lugar, Neurath no aceptaba que los enunciados observacionales proveyeran de un fundamento definitivo desde el que levantar el edificio científico. Por tanto, todo enunciado científico social era provisional y estaba limitado geográfica e históricamente. Si ello era así –y he aquí la segunda razón- no exisitía forma alguna de tomar una decisión definitiva entre los distintos posibles teóricos que permiten tratar y de presentar los datos empíricos. Según Neurath, ningún mecanismo evitaba el dilema de tener que decidirse entre conjuntos de informes empíricos y de hipótesis igualmente plausibles. Las ciencias sociales debían vérselas con un menu de historias posibles que ningún acto de investigación concreta podría agotar: “unos pocos re

La insociable sociabilidad de la vida intelectual

En la vida intelectual, una de las funciones básicas de los círculos, cenáculos, sectas y clubes de admiración mutua consiste en reforzar la autoestima de aquellos que se integran en ellos. La rivalidad intelectual, qué duda cabe, adquiere trazos tan agrestes y dañinos porque quienes se implican en ella saben que, defendiendo su grupo, guardan las bases de su propio capital simbólico. Capital cuya existencia se encuentra amenazada por la simple existencia del grupo contendiente. Los relatos acerca del mundo intelectual están a menudo organizados desde claves tan amargas que, como escribía Kant, “haciendo balance del conjunto se diría que todo ha sido urdido por una locura y una vanidad infantiles e incluso, con frecuencia, por una maldad y un afán destructivo asimismo pueriles”. La visión pesimista que muchos intelectuales tienen sobre sus redes de sociabilidad se nutre de esta experiencia. Pero no debemos olvidar que tal visión se conjuga con otra que considera al mundo intelec