(Artículo publicado en La Voz ) El movimiento ha conformado prácticamente a una generación: la generación del 15-M. Una generación no es biológica, son unos usos compartidos, explicaba Ortega. Por un lado, dotados de ciertos instrumentos de movilización propios, como Twitter o Facebook, algo que separa fuertemente la experiencia de las clases de edad. Por otro lado, capaces de un lenguaje de movilización propio, basado en la no-violencia —popularizada en los años 1990 por el movimiento antimilitarista español— y apoyado en técnicas de gestión de conflictos adquiridas en la cultura terapéutica. Todas las asambleas del 15-M contaban con “comisiones de respeto”, y en algunas había talleres de espiritualidad new age. (En ninguna, que yo sepa, había un taller de marxismo.) Dos de los desafíos más importantes del movimiento fueron resueltos con recursos procedentes de esa cultura no-violenta. La víspera de las elecciones municipales (jornada de reflexión), el día 21 de mayo, el movim
"Huíd de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura." Juan de Mairena/Antonio Machado