Entre las figuras de primer orden que se ocuparon del problema del compromiso del intelectual, destaca la de Maurice Merleau-Ponty (1908-1961). Procedente del catolicismo, se radicalizó tras el aplastamiento de los socialistas vieneses en 1934 y rompió ante la hipocresía de la Iglesia durante la Guerra Civil española. Merleau-Ponty leyó a Karl Marx de un modo algo distinto al de los pensadores francfortianos –con los que tenía, sin embargo, bastante en común. Marx, para él, proponía un programa de investigación consistente en analizar cómo la existencia humana se desarrolla en todas sus dimensiones (económicas, políticas, estéticas, afectivas) dentro de un modo de organizar la propiedad y de distribuir la riqueza. Merleau-Ponty (quien tuvo una infancia modesta como hijo de una enfermera viuda de un oficial del ejército) era especialmente sensible al efecto de la experiencia social en nuestro cuerpo (lo que no resulta extraño si se mira la profesión de sus padres). Por tanto,