En un libro otrora aclamado, pero que parece haber envejecido rápido (en sociología vamos a clásicos cada año: luego duran otro más en su relumbre), Richard Sennett ( La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo , Barcelona, Anagrama, 1998, p. 30) defendía la tesis de que la volatilidad de las biografías laborales y los cambios continuos en la organización del trabajo, impedían a los individuos forjar un carácter. ¿Qué se entiende por carácter? Procurarse una identidad a largo plazo, capaz de dejar un rastro, de imponer resistencias a como vienen dadas las cosas, de singularizar al sujeto . Las organizaciones previsibles, típicas del fordismo, permitían al individuo prever, más o menos, los acontecimientos futuros y construirse una personalidad propia (p. 45). La atención a la demanda, decía Sennett, diferenciaba al toyotismo del fordismo: las empresas viven siempre atentas a las fluctuaciones. El servicio que ofrecen y aquel
"Huíd de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura." Juan de Mairena/Antonio Machado