La película Hannah Arendt de Margarethe Von Trotta nos propone reflexionar sobre cómo se vinculan dos ideas fundamentales. La primera, los efectos imprevistos de la acción humana y la segunda idea, cómo la lealtad política debe imponerse a las exigencias científicas. El ser humano, escribía la filósofa en La condición humana , siempre es agente y paciente de su acción: en sentido estricto, como no pueden preverse, nadie es absolutamente responsable de todas las consecuencias de sus actos. Al describir la red que produjo el Holocausto, Arendt insistió en algo que fue verdad: sin la colaboración de los líderes judíos, sin su connivencia con las autoridades nazis, los judíos no hubieran podido ser seleccionados, transportados, vigilados y al final asesinados. ¿Y por qué colaboraron las víctimas con los verdugos? Por el principio del mal menor, un principio decente, que sólo puede despreciar un fanático o un aspirante al martirologio –propio y, peor, ajeno. Guiados por un princ
"Huíd de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura." Juan de Mairena/Antonio Machado