La
sociedad del cansancio pretende ofrecernos un
retrato de un mundo centrado en la actividad. Actividad laboral, pero también
de ocio, el libro puede ser leído como una descripción de la multiplicación de
espacios de competencia: estos exigen cada vez más rendimiento e imponen una
actitud de compromiso distraído, compartido con otros planos, de un sujeto
siempre temeroso por perder una oportunidad.
De ese modo, se está entre muchos, pero
no se está, en el fondo, con nadie. El autor rechaza análisis como el del
francés Alain Ehrenberg, teórico de un sujeto deprimido alr desarrollar su
subjetividad. Olvida así las presiones derivadas de un mercado de trabajo exigente,
donde la opción de abandonar la competencia significa la muerte social. Por
tanto, la multiactividad es una forma de explotación.
Explotación es una palabra enorme y
cuando la usamos debemos ser prudentes. Quién explota y cuándo y a quién es
algo que merece ser probado. Bien mirada, la idea de autoexplotación carece de
sentido. La ambición es una enormidad y, desde antiguo, se sabe que lleva a la
locura. El ambicioso abre todos los frentes de lucha con la pretensión de no
perder en ninguno pero, ¿lo explotan? Debería probarse, señalando qué reglas se
le imponen y le obligan a jugar así y quién se beneficia de ellas. Porque,
¿quién se beneficia del carrerista, del fanático del body-building, del que si
no controla cada interacción, la rompe? Nadie, ni siquiera el concernido
porque, incluso aunque ganase, perdería en el fondo. Su existencia sería
miserable, descompensada. Pero explotación, no se ve dónde. Otra cosa es querer
jugar el juego y decir que te obligan. Así llamaba Sartre, el argumento es conocidísimo, a la mala fe: un sujeto que se presenta como un objeto. Quien así
actúa dice estar obligado pero solo lo obliga su desmesura.
¡Cuidado! No digo que no haya
explotación (¡de hecho, escribo ahora sobre ella!), digo que debe probarse y, para eso, deben describirse
contextos, agentes, recursos, opciones vitales…
Pero estamos ante un libro de filosofía.
¿Y cuál es el contexto de un libro de filosofía que inquiere sobre el
cansancio? Pues otros libros de filosofía: lo que dijo Arendt sobre la
actividad, lo que adujo Heidegger sobre la muerte, lo que cuenta Agamben sobre
Bartleby… Que cada uno medite sobre si los ejemplos invocados se entienden, si
los argumentos refutados se exponen como se debe, o si, lo cual es muy rentable, se basa
en alusiones de grandes que permiten mostrar que uno está al día.
Y, al fin, lo
que experimentó y narró Peter Handke (un escritor con la suficiente patina de profundidad para poder exhibirlo en un libro de filósofo) en Linares viendo jugar a mis
paisanos en los veranos asfixiantes. Que es, nada más y nada menos,
agárrense, como el nacimiento de una comunidad auténtica, una comunidad a lo
Bataille, como la plebe de Foucault, como lo otro de la razón, como… Piensen
ustedes en lo que le han enseñado que es bueno, en filosofía, frente a lo que
es malo. Todo eso lo resume el cansancio ontológico de Peter Handke en Linares: cada uno podrá reconocer la parte buena de su relato filosófico preferido.
Porque a la sociedad del rendimiento se opone un cansancio, pero que tiene que
ser como el de Handke, auténtico, no un cansancio óntico, que nos permite crear
la novedad y huir de... en fin, lo malo. Sobre Linares y sus veranos muchos podríamos haber contado algo que no coincide con Handke, pero, qué duda cabe, serían cosas ónticas, irrelevantes.
Ese es el contexto de argumentación de un
libro de filosofía, cuyo autor Byung-Chul Han se ha convertido en una estrella
ascendente.
¿Explica cosas ciertas? Sin duda. ¿Simpatizo con su ideología? Una barbaridad. Sucede
que este lector, si esto es filosofía, ha perdido el paladar. No porque me
parezca empíricamente pobre, sino porque me parece conceptualmente triste.
Wittgenstein hablaba críticamente de quienes vivían de la monótona dieta
intelectual de un solo ejemplo, de un solo esquema de oposiciones. Estos juegos
de manos conceptuales, los ampare quien los ampare, Agamben o El Filósofo
Rancio, me parecen ajenos a pensar en serio. Piensen lo que piensen mis
colegas.
Comentarios
Si la auto-explotación lleva al perfeccionamiento (beneficio por abuso de esfuerzo de estudio, experiencia reflexiva, compromiso con las prácticas) de sí mismo en lo ético (la bondad), la búsqueda de la verdad, el cuidado de los demás y de uno mismo y el bien común adelante. ¡Que viva la auto-explotación!
Si la auto-explotación es servidumbre voluntaria (o tecnologías del yo) y abuso de uno mismo por temor irracional a que te echen del trabajo (o atacar como defensa al compañero del trabajo), te deje la pareja (o dejarla tu antes del dolor), pierdas las amistades (o tirarlas enla cuneta antes de),... competir sin límite ni diferencia en un campo de batalla salvajemente demoledor, que horror supone la "auto-explotación".
Lo importante es el sentido de esa autoexigencia en el trabajo o con la familia, que algunos "progres" que conozco llaman también autoexplotación o nos tildan de reventao´.
Pero no existen sociedades (ni sujetos) homogenas; ni informacionales, ni vacías, ni cansadas, ni posmodernas, ni hedonistas... Somos mucho más complejos, contradictorios, ambivalentes,... Conceptualmente pobre y empícamente incierto.
Si el vacío y el rendimiento caculador lo vivimos de verdad, auténticamente. El vacío existencial es fuente de vida y creación... ¿Cómo hacer de ese nihil- fuerza creadora?
Es cierto que el panorama del modelo capitalisma actual es deprimente y negro, pero es de todos y cada uno de nosotros, juntos quizá podremos, pero ¿Cómo?.
A pesar de nuevas y buenas intenciones renovadoras de la política de movimiento y de partidos-notables. Me abruma pensar que el resultado electoral francés es un previo de lo que nos llegará con un pacto PP-PSOE o un derrumbe de la democracia representativa.
Estar juntos en lo mínimo e importante es clave para empezar.
Marcos
Muchas gracias por tu interesante comentario.
Plusvalía relativa, según Marx en El Capital, es igual tiempo, igual salario para el currante, pero menor t. y menor trabajo necesario. No sé si Juan Carlos Rdguez. se refiere a esto u otra cosa.
El caso es que hoy la plusvalía absoluta, mayor tiempo de trabajo sin aumento de salario es la receta para los países periféricos, con leyes aprobadas. Y a mayores muchas gentes que en la precariedad aumentan el tiempo de trabajo sin salario (contrato) alguno. El capitalismo salvaje no cesa de aumentar la tropa de generadores de plusvalía.
Estas comunicándones, ahora por este medio, es rico para nosostros, pero a la vez generamos plusvalía a las corporaciones que tenemos detrás (google). Escapar de las mismas hoy es muy dificl. La buena y rica revisión del marxismo es necesaria, junta a otras miras y escuelas.
Saludos y gracias JL,
Marcos.
Un abrazo y gracias a ti
JL
http://elpais.com/diario/1989/11/01/cultura/625878007_850215.html
saludos, Marcos.
Marcos
No recuerdo bien. Te escribo en unos días
Saludos
El conocimiento, la información y la telecomunicación
se ha convertido en un factor determinante en la creación de plusvalía y en la diversificación de la acumulación de capital.
Saludos,
Ángel.