Como señalaba en una entrada anterior, el rock puede analizarse desde tres orientaciones:
hacia el mercado, la autenticidad y pericia
técnica. Con el primero, expandimos nuestro mundo de referencia. Con
la segunda, y resistiendo al primero, imponemos una norma ética y
estética. Con la tercera, establecemos una nueva norma creativa, a
menudo rescatando lo periclitado, combinando lo incompatible.
La creación artística siempre
contiene esos tres componentes: solo con el primero, se gesta, y nada
más, bluf de temporada. Con la segunda, queda la denuncia impotente:
porque nada nuevo crea, porque a nadie es capaz de enrolar.
Exclusivamente con la tercera, se construye un ordenador, pero no un
artista.
El documental de Jim Fields y Michael Gramaglia, muestra, encarnados en personajes, a los tres componentes. Los tres tuvieron una efímera y afortunada configuración
de equilibrio: los componentes y los personajes. Las tendencias centrífugas de cada uno, acabaron
llevando el proyecto a la ruina. Tales tendencias se encarnaron en
tragedias personales. Con razón, los tres componentes se conectaron
con formas de ser, con culturas de clase: tales culturas orientan a
los individuos hacia mayor contacto con el mercado, la reivindicación de la
autenticidad o el riesgo creativo.
Tal composición se encuentra, en
proporciones variables dentro de cada individuo, aunque domina uno de
los componentes. Joey Ramone, cantante, reúne enfermedad y alta
cultura (en sentido relativo, claro, visto el resto del grupo). La primera le emparenta con John Lydon de Sex Pistols. La
enfermedad del inglés venía de la miseria y le dejó los rasgos
motores que terminaron siendo emblema de rebeldía y de estilo. El
neoyorquino sufría un trastorno obsesivo-compulsivo, que acabó en
internamiento. Lydon recogía estigmas de clase trabajadora pobre,
Joey, hijo de una galerista de arte pudo acabar en fracaso educativo
y personal. Tal dimensión de su personalidad conecta con la rabia
punk, una actitud que necesita aptitudes: sin conocer el sufrimiento,
éste se comunica mal, de lo contrario queda en una pose, efímera y
poco convincente, de niños guapos. Joey, por lo demás, era
izquierdista y reivindicativo, como buen hijo de la clase media
culta. Defendía a Jerry Brown, gobernador demócrata de California
-al que, sin embargo, los Dead Kennedys consideraban un simulacro de
fascismo. La cultura musical de Joey se identifica también con la
innovación técnica: Joey era la memoria viva del pop americano.
Johnny Ramone, el guitarra, defendió
la integridad del grupo, su ética punk hasta el final. Y
técnicamente fue el más lucido. Los Ramones quedarán por sus dos
primeros discos, los más salvajemente punks, construidos con la
estética barriobajera que los haría famosos: cuando llegaron a
Londres en el 76, Lydon quería visitarlos pero les tenía miedo.
Cuatro tíos con chupas, en una pared desangelada daba imagen de
banda marginal.
Marginal era Johnny y además
derechista. Fue un delincuente violento, un chico con autodisciplina
que rehará su vida y que impondrá orden a la banda: los
uniformizará, desconfiando de las tendencias de Joey hacia el
mercado, hacia el tipo de pop representado por Phil Spector. En una
entrevista le preguntan por la expunk Blondie, y él responde:
nosotros no hacemos música disco, mantenemos nuestra integridad.
Johnny, además, disponía de la
inteligencia y el instinto de clase, y en grado sumo. Preguntado por
su afición al punk responde: no podíamos hacer otra cosa bien. La
autonomía de las clases populares se construye olvidándose de la
dominación, restringiéndose a un mundo propio donde hacen cosas que
otros no hacen, que otros desprecian y que en ellos, se expresan con
el orgullo del paria, de su aristocratismo. Johnny le robará la
novia a Joey pero el episodio importa menos que la oposición
estructural: un marginal culto, izquierdista y de clase media frente
a un duro, pura clase obrera y consciente de sus límites. Fue de
derechas: porque la cultura de dureza, integridad y desdén por la
pedantería puede expresarse políticamente de muchas formas: el
stalinismo tiene un aire de familia con ella, el laborismo también,
el integrismo patriota, no digamos.
Dee Dee era el artista, nacido de una bohemia proletaroide, pero bohemia, porque no siempre la creatividad surge en las clases altas. Le hubiera
gustado tocar con los Heartbreakers y su estética entre drogata y
Drag Queen. Parece que se prostituyó, que escondía su
homosexualidad pero que la confesó en alguna canción. Era el
opuesto estético y cultural de Johnny y, con gente como él, los
Ramones hubieran terminado como los Pistols, en una temporada. Se
interesó por el rap, con su marcha el grupo se resintió porque
nadie componía como él. Joey, el cantante con trastornos, buscaba
la gloria. Dee Dee el malditismo de Johnny Thunders. Los dos
encontraron lo que buscaban: pero los Ramones que pasarán a la
historia fueron los retratados en la pared desvencijada, los
primeros, en los que estaban juntos, ellos dos, y Johnny -el gran
Johnny, cuyos valores solo los desprecia un cursi. Sin los valores de Johnny, sin fidelidad, compromiso y claridad mental, nada permanece.
Fue una composición rara de cultura
general ansiosa de éxito, de técnica procedente de los Stooges y
los New York Dolls y de auténtica moral popular (la misma retratada en ¿Qué pasa con Kansas?) Era muy difícil mantener juntas las tres
dimensiones. Sin su frágil articulación, comenzó un largo y
doloroso camino hacia la ruina.
En todo lo hermoso late la disolución.
Los Ramones son un caso, la vida nos suministrar miles de ejemplos:
cada día, en cada amistad, en cada enamoramiento, en cada apuesta
política. Tristemente todo ello se vive como un problema de
personas. Pero en lo más íntimo, late lo más impersonal.
Comprenderlo ayuda a fortalecer nuestras mejores composiciones, con
nuestro mundo interno y con el de los otros. Que siempre son frágiles, tan hermosas como raras.
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