Foucault clamaba por la gran cólera de los hechos. Pero los hechos son el aspecto más frágil de la experiencia científica y política. Ningún hecho convencerá a un creyente, jamás: todo cuanto se desvíe de su relato se atribuirá a distorsiones. Distorsiones de la realidad, porque ésta sería violentada por un acontecimiento torticero. Si las cosas fueran como él las cree, que son como debe ser, todo se acomodaría a sus expectativas. Distorsiones de la percepción porque ¿quién puede reunir toda la información relevante de un acontecimiento y decidir cuáles fueron las causas correctas? Los hechos tienen un escaso peso y, de antemano, quien intente contemplar las cosas “con los ojos del cuerpo y no con los de la mente” (Arendt), se encuentra perdido ante los doctrinarios: aquellos a quienes su mente ciega los ojos del cuerpo, a quienes la Verdad revelada insensibliza contra la intensidad de la realidad. Así, una de las frases más subversivas de la historia de la filosofía fue la
"Huíd de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura." Juan de Mairena/Antonio Machado