El modelo de actividad organizada exige formas de implicación que imponen un tipo determinado de existencia: tal es el censo oculto que expulsa a los más de las responsabilidades e impulsa que los menos las monopolicen, tal es la ley de hierro de las oligarquías. Ésta no procede de la complejidad del mundo y de la necesaria especialización (así era la tesis de Michels), sino de que las organizaciones funcionan como máquinas recalentadas, siempre exigiendo rituales ligados a su propio mantenimiento. Buena parte de las actividades son prescindibles y revelan fallos en la coordinación, lagunas en la asunción de responsabilidades, faltas a los acuerdos (algunas, disculpables y que por tanto no cabe objetar, otras no). La dominación masculina es una condición central en ese juego organizativo. Un gran número de las tareas -más o menos incluidas dentro de las actividades domésticas- han sido realizadas por mujeres y nunca fueron visibles: los dominantes podían dedicarse a r