Da una gran alegría que una parte del debate político se haga hoy pensando en cómo incorporar a los que faltan, a los que no asisten (enlazo un artículo de Santiago Alba Rico). Entiendo que eso no se hace por competir con otro y desacreditar (excluyente tú...) sino por atender a los valores, los problemas y sacar a la luz las competencias -en esto soy populista, perdón la pedantería, a lo Protágoras- de quienes no están: de quienes no pasan, ni les apetece, por el cursus honorum de la política. Yo me dedico a estudiar y a hacer agit-prop -cada uno con las entendederas y la habilidad que le toca en suerte- del uso localizado del sorteo (entre otras cosas) por idéntica razón (aunque a lo mejor me equivoco): comprender a los que no vienen, implicarlos directamente en la vida política. ¿Por qué esa manía? Porque entiendo que quienes ocupan los cargos, quienes acumulan los recursos políticos, a veces los merecen y otras no. Y, ¿por qué no? Porque cualquier agrupación humana tiende a
"Huíd de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura." Juan de Mairena/Antonio Machado