La muerte de Gustavo Bueno permite contemplar cuáles son nuestros criterios de grandeza: son múltiples y en conflicto. Está la veracidad del hombre, también la calidad de su compromiso político y la altura de su teoría; incluso su valor como maestro, con lo cual a veces recibe rebotado el juicio que consagramos a sus discípulos -pero quién sea o no discípulo es también cuestión disputadísima: pasa siempre. Algunas reflexiones exhiben argumentos curiosos, como que Gustavo Bueno creció en un medio depauperado filosóficamente. Curiosos porque Gustavo Bueno ha contribuido a demostrar que no; y más que nadie. Decir que creció en un medio filosóficamente depauperado sirve para reivindicarlo como héroe o para arrostrarlo con su medio. Gustavo Bueno se mofaba con razón de tanto émulo de Ibn Tufail y su "filósofo autodidacto": era una operación retórica, de autoengrandecimiento del que así se lamentaba. En eso Bueno es una excelente guía para estudiar aquellos años. Aquel entorno in
"Huíd de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura." Juan de Mairena/Antonio Machado