Cuentan que un profesor se paseaba por una ciudad con El ser y la nada de Sartre bajo el brazo. Eran otros tiempos, cuando la filosofía permitía realzarse en la vida cotidiana y obtener con ella beneficios, atenciones, admiración e incluso amor. Esos tiempos han pasado: la filosofía exige mucho esfuerzo para comprenderla y su rendimiento semántico, el significado que efectivamente se extrae, puede ser muy precario, en ocasiones nulo. Demasiada dificultad para escaso conocimiento. El profesor de marras vivía en otra época, una de diferencias culturales casi abisales. Como constata Jacobo Muñoz ( Filosofía y resistencia. Intervenciones , Madrid, Biblioteca Nueva, 2013), la mayoría de las personas hoy acceden a la educación superior y tienen más capacidad de compra. ¿Por qué admirar a Sartre cuando puede uno volar en parapente o leer un libro de autoayuda? ¿Por qué consagrarle horas cuando la ciencia, y la filosofía, para cualquiera que se roce con ellas, aunque sea en lo mín
"Huíd de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura." Juan de Mairena/Antonio Machado