“Feliz quien de la mar escapa a la tormenta y arriba a puerto! ¡Feliz quien de sus penas por encima se sitúa”, cantaba el coro de Las Bacantes . Y concluía: “A quien quiera que goce día a día de una existencia dichosa, a ese considero yo un individuo feliz”. Disfrazado, como tanto le gusta, con una entrada que anuncia claramente que nos hallamos ante algo terrible, llega con “melena de agradable fragancia y rubios rizos de color vino, poseedor de los encantos de Afrodita en sus ojos”; se acerca a un hombre que, lejos de buscar el puerto, embiste contra la tormenta. Incapaz de aclararse lo turbio de su deseo, y si no puede huir de él, corregirlo, lo contemplamos maldiciendo a las mujeres, por putones, por vulgares. Y con una mujer vulgar se va a confrontar, una auténtica cani , el prototipo de todas las mujeres que, al comienzo, vemos rebajar en una conversación telefónica con su prometida. ¡Ah!, pero pronto da muestras de que algo no funciona. Hechiza al intel
"Huíd de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura." Juan de Mairena/Antonio Machado