En 1893, la Comisión de Reformas Sociales publicó un informe sobre la minería en Linares realizado por Enrique Naranjo de la Garza, un ingeniero de 46 años. La mayoría de los autores de tales informes fueron médicos e ingenieros, si descontamos un inevitable y nutrido grupo de clérigos navarros. La flamante revista 7 esquinas. Revista de Estudios Linarenses publica el estudio con una excelente introducción del especialista en el movimiento obrero de mi tierra, mi cabal amigo David Martínez López, profesor de Historia contemporánea en la Universidad de Jaén.
La introducción nos muestra a un hombre de clase media, cuya cultura lo aleja tanto del capitalismo depredador como de las costumbres obreras, descritas, a menudo, con el previsible miserabilismo, es decir, juzgando como desviado lo que, en ocasiones, eran modos de vivir y defenderse, uniendo al propio grupo y oponiéndolo a otro. Pese a todo, y aunque obviamente no ha leído a Grignon ni Passeron, a Raymond Williams o a E. P. Thompson, Naranjo, tiene sentido común y presta atención (que, no basta, pero ayuda, pese a lo que se dice, para la buena sociología) y se da cuenta de que la grosería sirve para expresar “independencia de voluntad y de carácter ó valentía” de los obreros, todos ellos liberales y/o republicanos (p. 169).
Naranjo fue republicano y filokrausista, y cuando realizó el informe se cubría dentro de la masonería local (había tres importantes logias) del repliegue progresista posterior a la derrota de La Gloriosa. La Comisión fue creada por el gaditano Moret en 1883 e impulsó una encuesta cuyos objetivos moralizadores analiza muy bien David. Dicho esto, en ella se aprende mucho sobre la realidad social de los trabajadores de la minerías (a menudo subcontratistas obligados a la explotación de sus compañeros y a la autoexplotación) y no salen bien paradas las instituciones de la época. Es lo bueno de confrontarse con lo real por medio de la investigación empírica. Contra lo que repiten ciertos epistemólogos demasiado postmodernos, cuando alguien se obliga a ello, si no es un impostor satisfecho de serlo (o un vulgar ideólogo con ropajes científicos), aprende cosas que no podía -y/o, en el fondo, no quería- ver. Es lo que hace tan emocionante el trabajo científico.
Leyendo este documento uno admira el conmovedor y preciso retrato del Linares proletario contenido en el informe, a través de éste, la personalidad -no íntima, de la que no sé nada, sino ideológica, moral y profesional, componentes básicos de una biografía que muestre algo más que a un narcisista ensimismado-de Naranjo y de los precursores de la etnografía, la sociología y el trabajo social en España; por supuesto, la siempre meticulosa y profunda escritura de David... y siente algo de melancolía (siempre engañosa, lo sé) por las escasas homologías que se encuentran en las clases medias coetáneas de modelos como el de Naranjo de la Garza.
La preciosa foto es de Juan García Gálvez, cuyo trabajo puede admirarse aquí
La preciosa foto es de Juan García Gálvez, cuyo trabajo puede admirarse aquí
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