Publicada en Actualidad bibliográfica de filosofía y teología (93, 2010, pp. 115-116) una reseña del profesor de Sociología en la UCM Jesús Romero Moñivas
Este breve libro es
una obra «extraña» pero «iluminadora». Extraña: porque está escrita de forma
algo caótica y difícil de seguir, mezclando temas, personajes, argumentos que
no se sabe bien de dónde proceden, si del autor o de las diversas
personalidades intelectuales que desfilan por sus páginas; se mezcla crítica y
elogio, elogio en la crítica y crítica en el elogio; parece seguir un orden
cronológico en la vida de Ibáñez pero a ratos se crean paréntesis que
despistan; está escrito ciertamente con un estilo vivaz y rápido, pero sin
embargo no hay fluidez en la lectura por todas esos motivos. Pero a la vez es
iluminadora: porque no es una biografía ni una exposición de la obra de Ibáñez,
sino que es un intento —cómo reza el subtítulo— de trazar la «genealogía» de un
intelectual, por lo que es necesario no sólo exponer el desarrollo de la
biografía y obra de Ibáñez, sino también analizar los desarrollos sociales,
académicos y vitales previos y coetáneos del propio Ibáñez, de sus amigos y
discípulos, de sus enemigos y detractores, las ramificaciones de su
pensamiento, las latentes en él o las que procediendo de él son novedosas de
sus discípulos. Todo ello es lo que el joven José Luis Moreno Pestaña (a
camino, como el propio Ibáñez, entra la filosofía y la sociología) ha tratado
de reflejar en estas páginas, que empiezan a ser habituales en las
publicaciones de este profesor de Cádiz, maestro ya en el género de la
«genealogía» de los intelectuales. En esta ocasión, el autor al que dedica su
atención es el atípico sociólogo-filósofo crítico español Jesús Ibáñez, del que
—a pesar de no ahorrarse críticas honestas y «educadas» en el libro— dice que
era un «intelectual a quien un enorme cúmulo de sabiduría permitía pensar en
voz alta, sin negociar jamás con poder alguno, sin deber jamás fidelidad a
nadie o nada que no fuera al propio rigor implacable de su escritura» (p. 1). Y
del que con mucha razón sentenciará: «A una persona así o se le tiene afecto
hasta el aturdimiento o se le margina» (p. 2). Algo de las dos cosas hubo en la
igualmente caótica trayectoria bio-intelectual de Ibáñez —uno de los más
importantes iniciadores de la sociología cualitativa-crítica española, y que
creó y desarrolló con maestría la técnica del grupo de discusión—, que Moreno
Pestaña se esfuerza en desentrañar a lo largo de 13 capítulos (más una
conclusión), en los que se tratan cuestiones vitales, intelectuales, políticas,
sociales, de afiliaciones institucionales, de encuentros y desencuentros, y en
los que consigue describir con equilibrio y sin tapujos ni remilgos, algo de la
historia (también caótica y turbulenta, llena de luchas ideológicas) de los
inicios de la sociología española, y la gestación de la dicotomía casi
institucional, entre cualitativistas y cuantitativistas. Pero junto a todo
ello, en perspectiva más concreta, Moreno Pestaña consigue ir dibujando la
genealogía propia del «crítico Ibáñez» y de su trayectoria, que resume del
siguiente modo: «Ibáñez genera productos intelectuales de menor interés cuando
accede a la cátedra y se convierte en el cetro de una red intelectual cada vez
más poblada y con alta capacidad de atracción» (p. 131). Así, utilizando la
triple distinción de consagración
institucional, intelectual y autonomía creativa, distingue diferentes
valoraciones en tres etapas: en la primera (1957-1969) en la que Ibáñez trabaja
en la investigación de mercados, Moreno Pestaña considera que su consagración
institucional es débil, la intelectual discutida y la creatividad alta
(¡inventará el grupo de discusión!); la segunda etapa (1969-1983) de inserción
en la universidad, la valoración en los tres aspectos citados será media,
discutida y alta; finalmente, en la tercera etapa (1983-1992) a partir del
acceso a la cátedra, Ibáñez —a ojos de nuestro autor— conseguirá una alta
consagración institucional e intelectual, y una débil autonomía creativa. Por
todo ello, y aunque Moreno Pestaña se lamenta desde el comienzo al fin del
libro de que la mayor riqueza de Ibáñez (sus muchos, rigurosos y creativos
trabajos empíricos) nunca fue promocionada ni publicada por él mismo, consigue
hacer un balance equilibrado y jalonado tanto de su genealogía como pensador
crítico como de sus logros y fracasos como intelectual, y como iniciador
sistemático de la corriente cualitativista en la sociología española. Un
intelectual nace de un contexto, vive en una encrucijada y muere dejando una tradición.
Jesús Ibáñez, el crítico con jersey viejo y usado, no fue una excepción.
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