La publicación de los dos volúmenes
Quelle démocratie? (París, Éditions du Sandre, 2013) nos
permite a los lectores de Castoriadis acceder a textos, muchos de
ellos inéditos, difíciles de encontrar o repartidos por obras
diversas de este enorme pensador.
Una de sus tesis
fundamentales, en la que se mostraba muy vehemente, fue separar
procesos democráticos y capitalismo. El capitalismo, si se le deja
solo, se congenia mejor con estructuras similares a aquellas en las
que se gestó (monarquías absolutas y regímenes oligárquicos
controlados por patricios) que con democracias. En su propia lógica,
el capitalismo (no confundir con el mercado) produce la disciplina de
empresa, un régimen de control técnico de los seres humanos de
tendencias totalitarias: jamás produce democracias, ni siquiera
defectuosas. Leyendo las noticias
acerca de la élite “comunista” China comprende uno bien cómo
los prohombres del capital (como el amo de Mercadona)
se encuentran más contentos bajo la bandera roja del Imperio del
Centro que en la España de Rajoy -en la que desde luego solo se
gobierna para ellos pero donde se le deja espacio, es verdad que cada
vez menos, a la protesta. El capital, dejado a su lógica, produce o
parasita gobiernos autoritarios, violentos y, ya que uno es más
fácil de manejar que varios, monopartidistas.
Porque en la España
de Rajoy hay elecciones. Es una democracia con participación limitada en la que gobierna de hecho una aristocracia
política. Aristocracia (u oligarquía si consideramos que son pocos
y además unos mantas) porque casi nadie puede acceder a la carrera
política que permitirá ser elegidos y porque los recursos
heredados (contactos, familia, etc.,) permiten progresar más que
bien: un estudio serio mostrará cómo las tendencias dinásticas son fortísimas en los partidos.
Que se les tenga que elegir, ya
introduce un elemento democrático en tales regímenes. Porque ningún
régimen político es puro. Como sabía Aristóteles (al que Castoriadis leyó con profundidad) congenian
tendencias democráticas, aristocráticas y hasta monárquicas: todo
dependía de en cuánto se dejaba decidir a todos, solo a los pocos o
exclusivamente a uno. Lo decisivo para caracterizar un régimen no es que formalmente, por ejemplo, sea una monarquía.
Hay asambleas democráticas -y no digamos partidos que se dicen tales- que funcionan como monarquías, con gente
rondando ansiosa alrededor de un dirigente que, como Luis XIV, puede
fulminarte cuando te deja de prestar atención. Sobre esto ya se
habló en otro lugar y no voy a extenderme. Mejorar un régimen,
desde el punto de vista democrático (se le puede mejorar desde un
punto de vista aristocrático: eligiendo a los mejores), exige
profundizar los mecanismos de participación y no restringirlos: ni
al día de las elecciones ni, por supuesto, a una capa de dirigentes.
Pero resulta absurdo decir que esas democracias son burguesas, si se
quiere decir que son marionetas del capital. Surgieron, insiste
Castoriadis, por la movilización democrática de la burguesía y del
proletariado y gracias a ésta introdujeron un principio político,
de discusión colectiva, en las tendencias espontáneas del capital: gestionar técnicamente los asuntos públicos como se
supone que se gestiona técnicamente la economí. De ese modo el
capital es tendecialmente cientificista y, se ha dicho ya, dictatorial.
Los asuntos públicos no se gestionan
técnicamente y tampoco la economía (aunque tener conocimientos
nunca estorba para nada: pero cualquiera, en la mayoría de los
casos, con práctica y estudio, los puede adquirir, al menos en la gran mayoría de los temas). No puede
hacerse, porque no hay ciencia de la política o la economía
susceptible de proponer aplicaciones técnicas de un conjunto de
leyes seguras. Pero pongamos que las hubiese. De ser tal,
ascenderían, en los partidos y en los consejos de administración,
los mejores. Basta con hacer un balance de las carreras que uno tiene
alrededor para darse cuenta de que ni hablar del peluquín: sube
gente locuaz, gente que tiene capacidad para gestionar secretos y
para generar complicidades en ambientes distintos, para enfrentar a
unos con otros y quedar siempre como conciliador, para ejecutar
discursos, floridos o dramáticos, imposibles de concretar y que cada
uno (mal)entiende como le place, con don de gentes y ahora muy guapa
y fotogénica. Pero, insiste Castoriadis, con razón, la competencia
es otra cosa. Si nos tomamos el asunto en serio, ¿por qué no
seleccionar a los políticos con exámenes, como se seleccionaba a
los mandarines? Podrían incluirse en el examen preguntas de todo
tipo, también ideológicas. Incluso podrían formalizarse requisitos
extras para el acceso a la profesión. ¡Aquí no entra nadie que no
haya demostrado su capacidad en lo que se defina como fundamental!; por ejemplo, tener al menos alguna de estas cualidades: montar
movimientos sociales, participar en un claustro, una asociación de
vecinos, la Corte de un dirigente, tener un familiar importante en el
mundo de la banca o de la cultura, el partido etc. De ese modo,
acumulará un capital militante mínimo sin el cual le será
imposible presentarse al examen. La experiencia siempre tiene que ser un grado.
Sucede como si el principio de gestión
técnica del mundo (característico del capitalismo) se mezclase con
el principio de la participación popular. Y los regímenes de
participación limitada interiorizasen la idea tecnocrática de que
los gobernantes tenían ser mejores que los gobernados. Las
democracias antiguas funcionaban con otra lógica pero somos pocos
las que la defendemos hoy. Como explicó Bernard Manin en un libro clásico
(Los principios del gobierno representativo) se instauró el
principio de distinción: el gobierno solo deben ocuparlo los más
capaces. Dependiendo de los modelos políticos dominantes en cada era de la democracia, para elegir gente distinguida se privilegia a los notables, a quienes muestran
fidelidad a un partido y, últimamente, a quienes saben captar la
atención de los medios de comunicación. Según el principio de
distinción en el que se apoya cada uno de los modelos, cabe pelearse: los notables
privilegiarán que son personas reconocidas en la sociedad civil, los
del partido que creen en la causa y que son fieles a ella y que la
ideología es el criterio fundamental de la práctica a todos los
niveles (lo demuestra China donde se hacen exámenes de marxismo
leninismo...) y, en fin, luego están los hombres y mujeres del pueblo,
capaces de captar la atención, aunque en sus entornos cotidianos
sean considerados unos incompetentes y unos trepas. El principio de
distinción admite debates sobre cuál es el criterio básico a
imponer: ser un líder de la sociedad civil, un militante concienzudo
y devoto o una persona con carisma.
Así son nuestras democracias y son
mejores que la dictadura china que ni tiene participación
limitada y, esa sí, además es completamente servil con el capital. Por eso es
importante participar en las elecciones y elegir a aquellos que
(líderes, militantes devotos o carismáticos) representan ideas
políticas. Es mejor elegirlos a ellos, como diría Castoriadis
citando a Rousseau, para al menos ser libres un día cada cuatro
años: mejor un día que ninguno y mejor seleccionar elites que deben
pasar un escrutinio cada cierto tiempo que dejarlos ascender por una
falsa ciencia sea neoliberal, keynesiana o marxista.
Pero si se quiere juzgar sobre la
calidad democrática de un líder, el criterio está claro: ¿hasta
dónde piensa dimitir de la idea de que él es mejor que los demás
para decidir cotidianamente y qué mecanismos piensa poner en
práctica? ¿Hará referendos, seleccionará a la gente competente sin contar solo con sus amigos de francachelas, rendirá
cuentas sobre lo que hace, permitirá que su equipo no esté formado
por cortesanos sumisos? Yo votaré al que crea que más se aproxima a
esas prácticas y permaneceré escéptico ante los líderes de la
sociedad civil, los devotos de la sede de su partido o los campeones
de la telegenia. Porque, faltaría más, me parece que hay que
admirar (hasta, incluso, enamorarse de ellos...) a los notables, los entregados a la causa y a los
carismáticos pero no estoy convencido de que tengan nada que los
haga mejores para gestionar los asuntos públicos. Para otras cosas
sí, pero para gestionar los asuntos públicos: ¡no!
Comentarios
Un post sin desperdicio, ciertamente. Con respecto a Castoriadis veo un inconveniente : su idea de autogestión. Me parece algo confusa y le lleva a rechazar de planro la democracia representativa. No queda claro que tipo de democracia defiende hoy. Por lo menos por los textos que le he trabajado, que son algunos pero no todos.
De acuerdo en la diferencia entre democracia y mercado y en la contraposición entre lógica democrática y lógica capitalista. ¿ Donde queda quí el liberalismo de un Locke o de un Mill ? Me gustaría conocer tu opinión.
Un abrazo
celebro que te parezca interesante. Si yo lo entiendo bien, al menos en sus últimos textos, Castoriadis habla de regímenes de participación limitada resultado de la creación histórica. Pero siguen siendo regímenes con un componente aristocrático muy fuerte. Si la cosa se enfoca desde Aristóteles, incluso la democracia griega más radical tenía elementos aristocráticos. Un régimen es una composición variable de los tres tipos ideales. Castoriadis defiende la democracia occidental como no burguesa. Lo que tiene de burgués -o de capitalista porque la burguesía no es el capitalismo- es asimilar la política con la división social del trabajo, una idea tecnicista derivado del imaginario capitalista. Interpreto a Castoriadis libremente pero creo que sin infidelidad. En eso coincido con él.
¿Qué democracia defender? Aquella que conecte más la formación ciudadana con la participación del máximo posible en la gestión de los asuntos públicos. Claro, visto lo que se ve, en medios normales y en los que se consideran muy críticos, la fascinación por los líderes, la gente especial y, en suma, las elites, eso parece completamente disparatado. Pero que sea, dado el imaginario dominante, disparatado no quiere decir que lo sea "ontológicamente". En la terminología de Castoriadis diríamos que la imaginación de una sociedad de lobbies y de hobbies es menos democrática que otra construida desde el imaginario de la isegoría y el azar, como la griega, con toda su pobreza técnica. Pero se puede persistir en decir que este modelo de líderes y partidos es una trampa, no porque todos seamos iguales (eso es una pamplina: los hay mejores y los hay peores) sino porque sin gestión pública colectiva caemos en las garras del capital económico o en el capital político, que pervierten nuestras democracias.
Sea lo que sea lo que se pueda hacer, yo leo en Castoriadis un apoyo evidente a lo que de democrático tienen estos regímenes y una apuesta por profundizarlos.
La idea de autogestión, ¿nos choca? Arendt diría que en la técnica no cabe la política, pero se equivoca de parte a parte. El capitalismo promociona hoy la participación en la empresa. La distorsiona, la manipula y la corrompe, pero basta hablar con trabajadores para observar que la gente está pillada en tales juegos, que cree en su empresa, en la que dicho sea de paso tiene más voz que si se metiera en un grupo de izquierda que, sinceramente, lucha contra el poder -y no hablo por provocar. No veo, y más con el modelo capitalista actual, críticas a la autogestión esenciales. Sobre eso déjame pensar mejor y escribo otro post o un articulito o lo hacemos unos amigos que discutimos sobre el particular.
Luego está el problema de la conexión entre liberalismo y capitalismo. Castoriadis admira a Constant que le parece un hombre serio y que no llama democracia a lo que no lo es. Mill hablaba gloria de la democracia ateniense, solo le parecía que hoy era inviable porque la gente, como diría Constant, está por sus negocios privados y que otros les resuelvan las cosas. Bueno es evidente que esa gente dice mucha verdad aunque uno no crea en que lo de lalibertad de los antiguos y los modernos sea una maldición histórica. Evidentemente, hay quien defiende liberalismo y capitalismo, como hay quien defiende marxismo y totalitarismo, pero eso no deslegitima al liberalismo ni al marxismo. Ambos forman parte para Castoriadis de movimientos de emancipación que aportan problemas y soluciones que la democracia griega no pudo soñar.
Pero, sobre Locke o Mill, ¿me recomiendas cosas que hayas trabajado y me informo mejor?
Un abrazo. ¡Y no te pierdas Guadalquivir, la película!
Te agradezco el esfuerzo de la respuesta, tiene mucha miga.
Mi lectura de Castoriaids no es superficial pero si limitada. Te digo a título de curiosidad que empecé a leerlo cuando el líder de la Liga Comunsita empezó a cuestionar el leninismo, allá por los años 70 y nos pa´so textos suyos. es un autor estimulante y que aporta elementos muy valisosos para una teoría democrático, en esto coincido contigo. Me faltan lecturas sobre Grecia, precisamente.
El tema de la autogestión me parece clave y me gustaría que lo pensaras o pensarais y pudieramos compartir. Autogestión contrario a jerarquía. ¿ Que quiere decir ? En principio, y aqui coincicod con C. es que hay los que mandan y obedecen. Lo que Foucual llama relaciones de dominación. De acuerdo. luego hay relaciones de poder inevitables, como dice Foucault. es decir, hay gente que decide por el otro. Puntualmente, relativamente. Un líder de un grupo, por ejemplo. Castoriaids lo acepta. ¿ Qué es entonces la autogestión a nivel económico y político ? A nivel económico ¿ sería una cooperativa ? A nivel político
¿ una democracia limitada ?
Hay, ya lo sabes, relaciones de poder muy fuertes a nivel asambleario. Respecto al referéndum podríamos discutir mucho. ¿ Es esta la democracia directa ?
Mi experiencia en la enseñanza pública. En Cataluña por lo menos los institutos eran en parte "autogestionarios". Se decidía en asamblea el equipo directivo. Tuvo elementos interesantes pero globalmente no funcionó. Bueno, ya sé que el ejemplo no viene mucho al caso pero es algo que he vivido durante años y un aprendizaje organizativo.
Mill y Locke los he ido conociendo por necesidad porque son
de los 5 autores que entran en slectividad. Y el libro de Mill "Sobre la libertad" es imprescindible, un buen complemento de Pettit. Debes leerlo. Es, por otra parte, el primero que defiendo el sufragio femenino, que en su época no eran bromas. Escribiré un post pronto. Locke plantea el derecho a la rebelión cuando el gobierno, aunque sea democrático, no respeta los derechos naturales.
Seguimos hablando, Pepe. Y tomo nota d ela peli.
1) De acuerdo con la interpretación de Castoriadis, en parte. Él critica la jerarquía a nivel económico y político, la división entre dirigentes y dirigidos, que podríamos decir división social en dos ámbitos.
¿ Que sería l autogestión ? Podríamos defender un concepto relativo a nivel político, como la democracia de la que hablamos. Pero no una idea, que por lo menos inicalmente plantea Castoriaids, de democracia directa ( que no queda claro lo que sería hoy, aunque él diga en algún momento que es posible). ¿ Y la autogestión económica ? Una economía de mercado de cooperativas ? ¿ Consejos de trabajadores en las empresas ?
En todo caso coincido contigo que Castoriaids es una aportación fundamental para una teoría democrática coherente. y lo es por supuesto su afirmación que democracia y capitalismo, sus lógicas respectivas, son contradictorias.
De Mill ya plantearé un post sobre lo que plantea en su libro "Sobre la libertad", que me parece lo mejor del liberalismo y lo que debe reivindicar la izquierda.
Un tema a discusión es la relación entre público y privado, del que ya te hablaré. Y la manera como plantea la crítica a la tiranía d ela democracia recogida por Tocqueville. La democracia es tiránica cuando se quiere decidir públicamente sobre drechos individuales o de minorías.
La cuestión interesante de Locke es su formulación del derecho a la rebelión, incluso con un gobierno democrático, si va contra los derechos naturales.
Un abrazo ( y tomo nota d ela película)
Ahora quiero hacer una pregunta. Si alguien quiere contestarla se lo agradeceré y abriremos una conversación aquí. Con este estatuto de persona vigilada integralmente ¿es posible hablar de ciudadanía? Mi respuesta es que no, en ningún caso es factible hablar de ciudadanos. En la ausencia de ciudadanía efectiva ¿es posible hablar de democracia? Mi respuesta categórica es no. Pero además, me siento ofendido cuando se nombran estas palabras, con el consentimiento pasivo de los vigilados.
http://www.juanirigoyen.es/2014/01/los-panopticos-consentidos.html
Ni ciudadanos, ni democracia,...
Saludos,
Mar
http://agorainternational.org/cicc.pdf
Saludos mexicanos desde Andalucía,
Juan José.
Me parece que hay que mantener la razón por encima de la pasión. Entiendo tu sentimiento de indignación pero vayamos a los matices. Estamos controlados, pero hasta cierto punto. Esto limita ka ciudadania y la democracia pero no la anula. De lo contrario caemos en "todos los gatos son pardos" y confundimos una democracia limitada con lo que pasa en un estado totalmente autoritario, como por ejemplo China.
Saludos
Luis
Yo creo que la vigilancia es buena o mala según cuánta y para qué. En algunos sitios dejados de la mano del Estado reclamaría más, en otros, sobrecontrolados, reclamaría menos.
Un saludo cordial
José Luis
La democracia directa puede existir con magistrados elegidos y revocables. No es completa porque el medio de la desinación es la elección que supone elegir a los mejores y no el sorteo -medio de la democracia directa. Siempre habrá una composición de democracia directa y procedimientos aristocráticos. Para aumentar la primera Castoriadis da varias ideas: descentralización, utilización del sorteo, rendición de cuentas, rotación y revocabilidad que no veo metafísicamente imposibles de aplicar.
Luego está lo que dices de las asambleas y no puedo si no coincidir contigo. Sin paideia no hay democracia y la asamblea puede ser un régimen odioso si falta la responsabilidad -aún más que la representación. Ese elemento era central entre los griegos y cualquier demagogo podía verse encausado por manipular a la asamblea: todo eso se obivia hoy donde las asambleas no se resguardan contra los irresposables que dicen hoy a y mañana (dicen o hacen) b sin autocriticarse siquiera o haciendo una autocrítica falsaria. Poco se puede hacer cuando estar en el candelabro -que diría Mazagatos- es el objetivo central de muchos. Quienes sufrimos por exceso de súperyo, les envidiamos :). Así son las cosas.
La cuestión de cómo se premia la participación es algo que trato, aunque de manera defectuosa, incompleta y todavía confusa, en el texto "Democracia, movimientos sociales y participación popular". En fin, sobre las asambleas Bentham tiene aportaciones enormes sobre las que ha llamado la atención Elster y Philippe Urfalino. La bibliografía está en el texto. El politólogo francés Daniel Gaxie me parece esencial en este punto.
La autogestión, como te digo, puede apoyarse en prácticas popularizadas por el neoliberalismo y la experiencia yugoslava.
No soy un erudito en Castoriadis, llegué a él solo, por buscar, por prudencia durkheimiana ("Comparemos siempre") alguien que me sirviera para situar la lectura de los griegos de Foucault, demasiado problemática y que se celebra de manera muy acrítica -como desgraciadamente se acostumbra con este pensador. Tengo un artículo ya en Isegoría y otro que saldrá en Pensamiento, pero seguiré trabajando.
Leeré cuanto hagas sobre Mill y Locke. Muchas gracias por tu visita.
Un abrazo
Pepe
De acuerdo con lo que dices sobre la democracia directa, me parece muy claro.
Tomo nota de los autores y espero con interés tus artículos.
Gracias a tí, Pepe, leyendo lo que escribes y conversando contigo siempre aprendo algo interesante.
Un abrazo
Luis
Las preguntas y análisis de intelectuales y otros trabajadores de lo inmaterial casi siempre estan alejadas de la realidad cotidiana. Estan bien las reflexiones de salón, e incluso apelar a la razón frente a las pasiones. Pero la realidad de las calles discapacita, des-empapela a la mayoría de las gentes a un ciudadnía de hecho, más allá de palabras, discursos y palabras. Es decir las condiciones formales de ejercerla son bastante limitadas, jodidas para el precariado. Bajo esta coyuntura de vulnerabilidad y desamparo hablar de ciudadanía y democracia me parece frívolo e incluso alejado de un pensamiento crítico que si consideraba al autor del blog, un filósofo comprometido con la verdad (argumento) sociológica en la trad. de Passeron.
La vigilancia, el control, los dispositivos y mecanismos de evaluación permanenete, visibilización continua, competición depredadora,... el modelo que tenemos y construimos desarrolla poderes muy oscuros al margen de las personas de la calle. Esas personas que a su vez son las más atacadas por esas fuerzas desconocidas.
Claro que el sorteo, la rotación, la exposición pública de las cuentas y procedimientos,... y otras herramientas son idea(les) exquisitos para una democracia de laboratorio. Pero el presente sociohistórico que tenemos para la democracia y la ciudadnía del país es demencial. Nadie exagera cuando habla de Fascismo en la antesala, no se llamará así claro, tenemos mucha retórica.
Gracias por tus aportaciones y exposiciones José Luis.
Yosu
Cuando advierto y posteo otro modo de analizar y mirar la democracia y ciudadnía intento lo siguiente, me explico.
La vigilancia existe hoy sin control ni organización, hay cámaras, grabaciones, registros digitales, visuales,... pero no hay control asociado. Esto es un síntoma.
Respecto al comentario de qué, quién, cómo y cuánta vigilancia. Que yo sepa nadie hemos sido consultados, de ahí la tiranía y la obsolescencia clara de las instituciones representativas.
La vigilancia va más allá del estado. Son impunes ¿Guantánamo, Moratalaz,...? Hay una inteligencia que rige el sistema y esta más allá de las instituciones. El parlamento europeo poco decide.
La gobernanza neoliberal mezclada con clientelismo-patrimonialismo-paternalismo-monarquía-dinastía-corrupción-impunidad, catetismo y el catecismo de la conferencia episcopal suponeen hoy el anilisis socio-histórico del gobierno de España hoy.
Las instituciones estan siendo doblegadas a una razón empresarial, gobernadas por lineamientos superiores. Los representantes políticos de esas instituciones licuadas se bajan los pantalones constantemente. Castoriadis está a años luz de todo este tinglado.
Gracias Pepe por permitir un espacio para las palbras de las gentes del vulgo,
Mar
Y la Polla R. Nos pueden ofrecer algo, gracias.
Coincidimos en que con precariedad y miedo no hay ciudadanía. Solo añado: en un régimen monopartidista la precariedad y el miedo serían aún mayores. Por tanto, hasta en el mal hay grados
2) Hay que luchar contra eso y no se hace escribiendo en un blog ni artículos ni nada de eso.
No coincidimos en
1) las formas políticas no son relevantes para decidir cómo luchar. Los demagogos, los liantes y los trepas pueden vaciar el sentido de un movimiento cuando éste no se dota de herramientas políticas claras.
2) el sorteo caracterizó las democracias antiguas, no fue un experimento de salón. Que haya desaparecido de nuestro repertorio denota mucho sobre nuestra imaginación democrática, que es completamente pobre, como corresponde a una cultura que cree que para todo hay solución científica -y yo defiendo la ciencia, ¿eh?, el cientificismo no.
Créeme Yosu: yo frecuento pocos salones y cuando lo hago estoy muy a disgusto y se me nota, así que ni me vuelven a invitar ni yo hago por estar. El cuidado que intento tener, sin lograrlo, al argumentar procede de la creencia en la dignidad de mi oficio y eso es una herencia de mi padre y mi madre, que esos si que no estuvieron en ningún salón
saludos cordiales y gracias a ti por tus ideas.
Comparto cuanto dices pero no la crítica a la ilustración. Para mí la ilustración no son el consumismo y las metralletas sino el espacio público y la autonomía personal la idea de que tenemos que gobernarnos nosotros mismos y que la argumentación lógica es la mejor herramienta. La paranoia en la seguridad y el abandono de los pobres a su suerte (suerte sobre la que el Estado no vigila) es una muestra del capitalismo que rechazo como tú. La razón empresarial es tremenda y produce efectos nefastos, aunque la burocracia no es una solución.
Sobre La Polla records, me gustaban más de chaval, pero me siguen pareciendo los Dead Kennedys ibéricos, lo cual dicho por mí es mucho :).
Sobre los tres autores que citas pues solo conozco bien a Foucault y algo a Nietzsche (del que no soy fan pero que es un gigante).
Gracias a ti. Como le diría a Yosu, seguro que hablando personalmente nos entenderíamos bien.
JL
Soy Luis Roca Jusmet,sale anónimo porque no puedo entrar en mi blog.
Hola Mar. Con lo de la razón y la pasión solo quería decir que la razón nos permite una visión más crítica y global que la parcialidad de un sentimiento. De acuerdo contigo que el motor de lo que hacemos se basa en la alegría, en la voluntad de vivir y convivir bien.
Yosú. Molesta tu tono porque ni Pepe ni yo somos pensadores de salón. Queremos compartir y lo hacemos ideas y análisis y no vamos de perdonavidas como lo que sugiere tu tono. También he de decirte que no me gusta los que dicen hablar en nombre de la gente de la calle contra los supuestos intelectuales utilizando un tono más pedante que el que se supone que utilizan estos.
Saludos cordiales a todos
Una pregunta, maestro:
¿Tenemos las herramientas políticas adecuadas para ir más allá del movimiento, del cambio -invisible, molecular, rizomático (si es que queda)- en las condiciones formales de hoy?
Gracias JL,
Yosu
Yo creo que se puede hacer todo eso y que se puede lograr mejorar mucho el mundo. nos falta imaginación, persistencia y bondad, sentido del límite, sinceridad. Nadie va arriesgarse a luchar por otro mundo si se tiene que aliar con una banda de listillos. Para eso es racional apoyar lo establecido, que tiene la virtud de existir y de no engañar a nadie.
Seguimos.